jueves, 20 de septiembre de 2012


Vamos a plantear un poco, como se desarrolla el Karma dentro de nuestra vida diaria.
Al nacer, se nos ha provisto de algunos elementos importantes que nos servirán para vivir y desarrollarnos dentro de este mundo, el buen uso que le demos a esos elementos es decisión nuestra y es parte de nuestro libre albedrío.
El karma en nuestra vida diaria
Contamos con un cuerpo físico, el cuál es un vehículo de expresión de la conciencia. Cuando algo en nuestra vida está fallando, ya sea nuestra salud, la economía, nuestras relaciones, etc., lo que nuestro cuerpo físico y nuestro entorno del mundo material está manifestando, es precisamente la falta de conciencia, es decir, ignoramos las instrucciones de nuestra conciencia superior.
Contamos también con nuestra mente, ésta en conciente de sí misma exceptuando los momentos en que se encuentra en estado de vigilia. La mente, es la parte de nosotros mismos que emerge como ego, aquella parte individual que se encuentra más apegada a nosotros, la parte que me dice «me van a lastimar», ya sea física o emocionalmente.
Cada ser humano cuenta también con una conciencia Crística, aquí se encuentra todo el conocimiento, la guía más allá de la conciencia latente dentro de cada uno de nosotros. La conciencia Crística es la parte que sabe que todo es un juego del cosmos. La mente debe seguir el apremio de la conciencia de Cristo, y después disciplinar los cinco sentidos en el campo de la vida. Nuestra conciencia Crística esta en todo nuestros ser, en todos nuestros sentidos, pensamientos y emociones.
Pero hay algo más... el campo de batalla... la vida misma. Todos estamos involucrados aquí, nos guste o no, tenemos una vida propia que debemos vivir, la vida, es el plano de nuestra existencia, por la cual cada uno debe vivir, luchar, defenderse, responsabilizarse y morir. La vida es un juego, un juego cósmico y las únicas opciones que tenemos es ser buenos o malos jugadores.
Contamos también con nuestro cinco sentidos, de los cuales recibimos impulsos, ya sea de vidas pasadas o de esta vida, y también recibimos impresiones. Es nuestra reacción a la acción lo que engendra emociones, determinando de esta manera nuestro Karma, recordemos que el Karma es la cosecha de nuestra siembra y la semilla son las emociones.
Dentro de nuestro interior representamos solamente dos clases de emociones o fuerzas, la negativa y la positiva, el bien y el mal, el blanco y el negro, materia y energía y todos los opuestos que pueda concebir la mente humana, cada una generará un diferente tipo de Karma, bueno o malo según sea la calidad de la emoción que sintamos.
Como resultado de esta dualidad, el ser humano vive en una constante lucha entre el bien y el mal, entre sentimientos positivos y negativos, entre deseos y tentaciones de los cinco sentidos y las respuestas emocionales que despiertan sus acciones en nuestro inconsciente, con las reacciones conscientes resultantes.
Como habíamos dicho ya en capítulos anteriores, no es nuestra acción lo que determina nuestro Karma, es nuestra actitud ante la vida la que lo crea, es decir, no es lo que hagamos sino la emoción que se genera. Dos personas pueden hacer exactamente lo mismo, y cada una tendrá un Karma diferente, dependiendo de la emoción que hayan vivido al hacerlo.

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